1 de julio de 2008

El Marinero Cere-B-R-O

Que me acoge como grumete , me dice el marinero, enfurruñado quien sabe por qué. Hace un gesto un poco mohíno de desprecio, en el que sus cejas me acusan de mirón, y se acaricia con sus manos de falanges delgadas y uñas mugrosas su mostacho, sanguinoliento de la batalla que libró su afilada navaja con sus vellos apiñados por el sudor de altamar y el desaseo habitual. Que está bien le digo yo, y me encojo de hombros como si nada, aunque en el fondo estoy exultado por el honor. Doy un salto al viejo barco pajizo y el seco marinero me llama junto a el, en el timonel. No hay pasajeros. Pero si hay largos viajes, peregrinajes. Se anda por aguas extrañas, se las conquista y se regresa. Ese es el viaje. El único pasajero se ahogó en la travesía anterior. Según cuentan, era muy misterioso. Corría de popa a proa como un desquiciado, sin decir una palabra; se sentía encartonado. Y un día, en aguas saladas, simplemente saltó y nadó y...... nadó. El barco que partía las olas con gran arrogancia, lo buscó, y en ese afán, lo partió de un topetazo. Dicen que era la verdad. Pero fué su culpa; por su misterio, por su silencio, por no poder flotar en nuestro mar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Christian, no tengo aún el gusto de conocerte, y lo digo sobre todo porque me pareció muy interesante tu relato. De veras me gustó mucho. Me encanta el ritmo, el manejo del lenguaje, el manejo del concepto y el cierre. El ritmo me recuerda por ratos a don Félix Rubén García Sarmientos, que por si acaso no es tan conocido por ese nombre, se hacía llamar también Rubén Darío.

Por alguna razón, no sé si es tendencia actual, o solo falta de imaginación de los lectores (o en una combinación, que la actualidad está dotada de falta de imaginación) uno a veces se topa con algún tipo de censura con los escenarios fantásticos o cosas similares, no sé si te ha pasado, si no, me alegra mucho porque la descripción me parece muy clara; pero si acaso hubiese sucedido, mi opinión es que el escenario está bien manejado y que aún no encuentro una razón clara por la cual se deba escribir lo que podría esperarse, porque si la búsqueda es encontrar esa belleza en las palabras, tal vez haya que hacer a veces, cosas que no todos entiendan.

Soy nuevo a esto de los blogs, pero escribí un ensayo y un pequeño relato en esta misma página, y según me cuenta Erick, les comentó a ustedes, los demás autores, acerca de mi libro. Así que sin otra cosa que decir, te deseo un buen camino en la búsqueda de la "mote juste" pero sobre todo que podás disfrutar mucho de la palabra escrita.

Anónimo dijo...

Solo como agregado porque no puedo cambiar el comentario, la palabra era "mot" y no "mote", pero en ello me refiero no a esa búsqueda obsesiva a la que hacés referencia, sino a la búsqueda de todas las palabras, que hagan a tu texto la referencia que debe ser.

Christian González dijo...

Rodolfo:
Gracias por el comentario. Me hiciste leer lo que escribí otra vez jaja. A mi me pasa con mis humildes párrafos que después de escribirlos me asqueo de ellos, y a veces me averguenzo un poco, y meses después me recrimino y pienso ..¿ como fui capaz de escribir semejantes sandeces?.
Por otro lado también te extiendo una felicitación, primero por el libro, que ya pronto leeré; y por tus ensayos; el de la papaya y la cerveza lo leí, y de hecho lo estuvimos comentando un día con el tigre. Hablabamos principalmente de la coherencia en las ideas, del orden respecto a la forma, y de las relaciones. Cuidate mucho tigre.