5 de agosto de 2011

UNA CONFESIÓN. La vida de fe… Un camino de luces y sombras

Para poder continuar esta relación que hemos establecido usted y yo, querido lector, es necesario que le haga una confesión, por lo menos tendrá a bien a estar de acuerdo conmigo y concederme que una buena relación se basa en una buena comunicación, sincera.

Déjeme hacer unas consideraciones preliminares para contextualizar lo que quiero confesarle. La idea de escribir esta especie de bitácora, –póngale el nombre que quiera ponerle y haga sentido en su mundo lingüístico-, surgió desde el primer día que pise tierra y no me refiero a estas tierras “valencianas” en donde me encuentro ahora escribiendo… Ni siquiera fue intencional, en aquel momento, en que llegaba a República Dominicana un soleado 14 de abril, de lo que sería el primer destino de esta aventura, me vi sumido en un desconcierto nunca antes experimentado, lo que me llevo a plasmar -como medida catártica y buscando ordenar el interior- unas líneas que deje guardadas en el ordenador. Y son estas la que quiero compartirle así que permítame darle un “paste and copy”(entenderán el uso del término aquellos que tuvieron no sé si el honor o la “desgracia” de haber recibido clases con aquella simpática licenciada de nuestra facultad de derecho)… De hecho en aquel momento me pareció adecuado llamarlo “Diario de un peregrino”…Permítame… evidentemente y después de revisar el contenido, hay ciertas cosas que no le puedo compartir, sería violar el secreto de correspondencia a Dios mismo. Pero para lo fines con lo que le transcribo le bastará:

“06 de junio

No se escribe por mucho tiempo cuando no sabes que escribir.

Reflexionaba de la paradoja de mi vida. Por un lado mucho tiempo me sentía ridículo y que perdía el tiempo haciendo lo que no iba a hacer , y hoy haciendo lo que iba hacer siento que lo que hacia es lo que voy hacer. Así sucede cuando tu existencia la basas excesivamente en el hacer o en lo que harás, distrayéndote de lo esencial, que es el ser. Hoy pensaba y pensaba que no todo lo pensado es la realidad pero que esa realidad en cuanto no inteligible pero consciente de ella hace que siempre allá algo más grande fuera de mí.”

No pretendo que me entienda una coña con lo que acabo de transcribir… Ni yo mismo se lo que quise decir… Pero bueno basta de rodeos. Lo que quiero confesarle y más que ello aclararle es que la vida de fe no se basa en una historia de luces y grandes certezas, y que con mis escritos tan “convincentes” quiera mostrarle la historia de un camino que a sus ojos se trate de una “llamada especial” de Dios con unos pocos hombres… De ninguna manera, la vida cristiana lleva dos compañeras inseparables, -la fe y la duda- una a la derecha y otra a la izquierda o viceversa, como quiera, las que muchas veces tan hermanadas se permiten tomar un te mientras juegan a las damas y otras veces, muchas, se pelean y se distancian de tal manera que cada una trata de jalar por su lado.



Así es mi hermano, la llamada de Dios, para todos, no es un camino siempre claro, y de seguridades absolutas, ni tan siquiera un camino siempre placentero, sino pregúntenle a Jesús si siempre se la paso en bodas y comidas… Lo que quiero decirle es que es la historia mía, pero también la suya, la del santo y del pecador, la del iluminado y la del desamparado, la de todos los hombres de fe que han pasado por este mundo. Y por ahí va mi confesión, no le quiero pintar el camino solo color de rosas, que aburrido para eso lo invito a que sintonice una novela en casa… Camina uno en un sendero que se torna no pocas ocasiones muy oscuro, en donde se agita el palpitar ante el miedo inminente a que te embista una pantera, pero cuando menos lo esperas y en vez de abrir más los ojos para captar lo mínimo de luz, es que puedes por la fe llegar a experimentar el querer cerrarlos, con la seguridad de extender una mano y aferrarte de los dedos del que siempre había andado contigo a tu lado, solo que te le habías adelantado, porque creías "puedo solo", porque lo veías claro ¿quién más y nunca mejor?…, si claro su novio, despabile..., el mismísimo Jesús.

Pues ahí está lo importante es hacer camino al andar… Sí que despierte y deje de contentarse con leer estas líneas, empiece usted también a caminar.

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