24 de agosto de 2011

Semana Tercera - De regreso de la JMJ. "Somos caminantes, peregrinos en tránsito. Debemos, pues, sentirnos siempre insatisfechos con lo que somos si queremos llegar a lo que aspiramos" SERM. 169, 15; S. Agustin.

Fuimos peregrinos y como tales, extranjeros, forasteros y perseguidos. En esto consiste el peregrinaje, “coger lucha” ante la incertidumbre de donde iré a dormir, que comeremos, y más aún que es lo que vendrá, siempre claro está puesta nuestra fe en la esperanza en sentido positivo. “Me trae a colación la pregunta que se plantea Agustín de Hipona, citada por Benedicto XVI (Encíclica Spe Salvi) ¿Qué nos cabe esperar? En realidad no sabemos que es lo que esperamos pero que en definitiva lo que esperamos es algo mejor que lo que nos ofrece esta vida… ¿quién quisiera vivir en esta vida eternamente? Yo por lo menos con lo avatares y sufrimientos de la misma, no. Lo que sí sabemos es que lo que esperamos es algo mejor que lo que nos ofrece esta vida… Es así que como la esperanza cuando se nos presenta como una realidad positiva, la vida se nos hace soportable en gran medida y lejos de enajenarnos nos hace vivirla con alegría, como peregrinos en definitiva, hacia la “patria celeste”.


Pues bien, hemos vuelto de la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011, sanos y salvos con energía renovada.

Datos generales:
El viaje lo emprendimos el pasado domingo 14 de agosto, cuando nos dirigimos "cual aventurero"s en "coche" a Madrid, directo al Colegio Agustiniano de Madrid, instalaciones educativas que se convertirían en centro de acogida de más de 500 peregrinos perteneciente a las JAR (Juventudes Agustinas Recoletas), distribuidas en las 8 provincias que conforman la orden, entre el "parlare" portugués, el spoke english, y el castellano en sus variantes argentino, español, guatemalteco, colombiano, venezolano, panameño y ritmos caribeños al son dominicano y el no sé que **** idioma de los filipinos (que no me voy a poner a “gugulearlo” para hacerme pasar de culto), vale ya los busque, dice que es el filipino.

Pues nada, a parte de muchos puntos que me llevaron a reflexionar, que ya les compartiré en su momento, quiero referirme en especial a una bella experiencia que fue para mi verdadero don de Dios. Resulta que la tan ansiada JMJ, que ya hace muchos meses, antes de salir de Guatemala para Dominicana se me había planteado la posibilidad de mi participación, pero de la que no me había hecho ilusiones ya que mi motivación, como vera querido lector, no podía partir de la posibilidad de mi participación en la JMJ, ni tan siquiera en un bien comprendido y sano deseo sobre la misma. Pero bien ya estando aquí en Torrente el P. Jiovanny me ratifico dicho viaje con todos los formandos (frailes seminaristas) a dicho evento y fue ahí cuando de manera subrepticia, de aquel anhelo solapado, deje escapar mi imaginación proyectando en visiones mentales de cómo sería mi reencuentro con mi querida comunidad de San Judas Tadeo (en donde se encuentra mis hermanos en Cristo). Me los imagine en el colegio, sorprendiéndolos en un pequeño grupo, caminando e incluso imagine con que "payasada" de esas muy mías, les saldría al encuentro. Ese anhelo fue creciendo cuando veníamos ya de regreso de Burgos, el lunes por la tarde, ya para instalarnos en el colegio donde ya se encontraban radicados 80 jóvenes de mi comunidad de San Judas Tadeo, de los que en realidad no tenía conocimiento de quienes venían, tan solo de 5, pues no me había tomado la tarea de averiguar. Llegamos ya a eso de la 8 de la noche (perdón, -de la tarde dicen aquí en verano, donde el sol suele pavonease jugando con la línea del horizonte y robándole protagonismo a la luna que lejos de quedar iluminada es humillada) y nos dirigimos a la misa de inauguración. Ya entrando al templo en donde se esta celebrando la misa, pude constatar la presencia numerosa de jóvenes (unos 500) y casi al instante ¡me vi rodeado por mis hermanos y hermanas de San Judas Tadeo! Quien iba decir, mi imaginación atea, no había metido dentro de las variantes posibles de reencuentro, encontrármelos en misa. Así fue, Dios me regalaba este bello encuentro y que mejor que una misa para celebrarlo, empecé a localizar visualmente uno por uno y a percibir como cada uno se acercaba  con una calurosa sonrisa y risueña mirada a saludarme, y no fue hasta el momento de la paz, que mejor momento, cuando pude palpar entre abrazos y palmadas este reencuentro (el saludo típico:“ que pasooooooo rrrrrrrrrrrreeeeeeeyyyyyy”, estruendoso y escandaloso de José y yo, no falto). Fue ya después de comulgar que en el recogimiento interior pude reconocer la presencia amorosa de Dios y su manifestación en aquella eucaristía. Pude entender que mi comunidad era y es parte de este mi camino de fe y esperanza, -historia de salvación-, ya que ellos fueron quienes en un principio me apoyaron y me dieron dirección y tocaron mi vida, trasluciendo en sus rostros a Jesucristo, - aunque como bien dicen, a veces sea más difícil verlo. En definitiva fue una delicia verlos de nuevo, ¡de gran gozo interior!

Se hace aburrido realmente leer experiencias tan personales, prometo cambiar la tónica de mi narrativa y compartirles algo más fresco en la próxima ocasión, nos encontramos luego mi estimado lector.

Ahi les va unas imágenes....


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