4 de septiembre de 2011

1era semana en Marcilla (29 al 4 agosto) - "Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por pensamiento de hombre cuáles cosas tiene Dios preparadas para los que le aman" (1 Cor 2,9)

Cosas que nunca imagine y otras que me asombran


La primera y más fundamental, con toda sinceridad... que mi vida tomaría un giro tan radical (no sé si es común imaginarte de pequeño o de adolescente incluso, "voy a ser fraile", no lo fue al menos en mi caso. Y no es que sea malo, para nada, me resulta extrañamente apasionado, osado por parte de Dios y responsablemente perplejo por mi. Pero bien, me resulta emocionante, fraternal, el hecho de encontrarme de la noche a la mañana compartiendo 3 semanas con 50 frailes en camino de esta vida consagrada, de todos los tamaños, lenguas, edades, colores, cada uno con cada historia peculiar-particular. Y todo esto en el Convento de Marcilla diseñado por un monje cisterciense del siglo XVIII (1765), con su huerta (alrededor de dos manzanas), su iglesia tipo "catedral" con su cúpula y frescos en los vértices, su refectorio (o sea comedor) para más de 90 frailes, con sus oratorios, capillas e incluso con una colección artística de pinturas y bocetos, del denodado pintor Juan Barba (¿Quién es Juan Barba?), quien tuvo mucha empatía con frailes de la orden y dono varias de sus obras a los Agustinos Recoletos, parte de la colección que conforma el actual museo dentro del convento, la cual pude visitar hoy.

Pero bien de regreso a lo que les quería compartir..., "cosas que nunca imagine":


  • Que compartiría los sagrados alimentos en la misma mesa con un Doctor en Historia (título académico) sin tener que dirigirme a él con excesivo formalismo y veneración, quien después de conversar coloquialmente, tuvo a bien resolverme algunas dudas, y mientras hablábamos, observar atónito como otro fraile (ni más ni menos que el Secretario General de la orden religiosa, -les tradujo-, el 2do al mando en toda la orden) me recogía el plato para llevarlo al fregadero. Quizás a usted no le sorprenda tanto, en mi caso particular déjeme aclararle mi contexto. Yo que provengo de un gremio sumamente petulante, porque no decirlo, aunque pensé en reservármelo..., que cuando conoces a uno nuevo, se ve que le comen las ansias por decirte: "Que tal, mucho gusto, mi nombre es el "Licenciado" Perencejo", a lo que inevitablemente hay que responderle: "Ah, Mucho gusto Licenciado, ¿no tiene un segundo nombre?" Así normalmente nos relacionamos en el gremio (abogados), ya sabe a lo que me refiero (por si acaso, hago la salvedad, no todos).



Anécdota:

Baste con recordar aquel “eximio” Doctor en Derecho, que en sus clases, después de pavonearse en una enumeración taxativa de sus títulos honoríficos, académicos y éxitos personales, -como quien presenta su curriculum vitae antes de una gran disertación-, constituían el corolario de la fundamentación sobre el por que debíamos dirigirnos a él como “Doctor” y no como "pinche" licenciado, -vamos que me ha costado el título, nos decía. Creo al parecer que no le preste mucha atención, ya que como anécdota jocosa, recuerdo haberme dirigido a él, una vez en clase, llamándole "taaaaiger", sin intencionalidad, que para el momento en que me di cuenta ya era demasiado tarde, la clase había irrumpido en risas, no sé si no me escucho o simplemente "se hizo la bestia". Pero bien, es rico no tener que dirigirse al otro con tanta cautela a su "aparente superioridad académica", y no culpo al que lo hace, como bien me decía mi amigo Christian, al fin y al cabo, sino les rindes culto idolátrico, no podrás relacionarte con ellos, lo que me hace cuestionar fuertemente las estructuras sociales tan condicionas en las que nos movemos.


  • Otro acontecimiento curioso: ir a la huerta a recolectar peras, lo que me trajo a colación aquella episódica travesura de Agustín de Hipona en sus años de adolescencia, quién después de hurtarlas y arrogárselas a los cerdos creando semejante escándalo en el "vecindario", huyo de la escena. Bueno en este caso simplemente me llamo la atención la simple y llana invitación de mi amigo Anicet más o menos así (con su tono suave unido a su peculiar acento francés, por ser de Haiti): "Taiger, acompáñame a la huerta, vamos a coger unas peras y unas uvas".

  • A su vez... no imagine la atención fraternal que recibí de un hermano, -quien más preocupado él que yo, por mi torcedura dedo-, se acerco a brindarme un ungüento para aliviar el dolor.

  • O por ejemplo: sentarme en la mesa con dos hermanos chinos, para intercambiar opiniones del sistema de gobierno en su país y sobre cosas más personales, como el hecho que me comentaba uno de ellos, que cuando nació su hermana sus padres tuvieron que pagar una multa (recordará lector las políticas demográficas que se manejan en ese país). No deja de ser sumamente contradictorio que ahora las multas las paguen los padres por los neonatos masculinos nacidos.

Bueno.... y así podría seguir contándole otras sencillas pero impresionantes impresiones. Pero lo que realmente puedo decirles, es que me sorprende como el amor de Dios, el amor a un proyecto divino- humano puede unir en semejante armonía y unidad a tantos hermanos dispuestos a consagrar la vida a Dios por amor, para servicio de la humanidad.  ¡Se respira felicidad!


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Las experiencias que relatás en este espacio me parecen fascinantes. Hasta siento envidia. Me imaginé al hermano haitiano llamandote taiger con un acento afrancesado. Pero ¿ya viste? Tendrias que quitarte hasta el nombre que también es un título. Me alegra leerte. Como diría Lucas a Chaparrón: "digame licenciado".

Christian

Erick Spiegeler dijo...

Es cooooooorrecto. En aras de evitar cualquier distinción, digame hermano. Un abrazo hermano.

Erick Spiegeler dijo...

Veo que parte de tu sabiduría proviene de Lucas Chaparrón, Don Ramón y el magistral Chavo del ocho. "Con el rabo entre las patas..."

Fray Marcos (Adelso) dijo...

Me alegro que respiras felicidad en medio de Nosotros,que sigas compatiendo con nosotros y con los que leen el Blog esta preciosa experiencia de Dios en tu vida que ahora es tambien parte de la nuestra...que en ÉL sigamos con la ilusion de seguir respirando estos aires de FELICIDAD!

Erick Spiegeler dijo...

Asi es mi hermano, realmente ha sido una experiencia de gratuidad en la fraternidad, pero como dice San Agustin, no te preguntes si eres feliz, preguntate si los que viven contigo son felices... Espero que sea yo lo suficiente hermano para contribuir en este solo corazón dirigidos hacia Dios.